domingo, 22 de agosto de 2010

LÓGICA INFORMAL

LÓGICA FORMAL Y LÓGICA INFORMAL
(Según Perelman )

Para abordarnos en este tema, es necesario hacer una distinción entre lengua artificial y lengua natural.

Se considera como lengua artificial, aquella en ¨que cada signo tenga uno y solamente un sentido, al igual que cada expresión bien construida¨, permitiendo eliminar los equívocos, ambigüedades y controversias, que son difícilmente evitables en la lengua natural.

El objetivismo al cual se hace alusión, presupone que la lógica moderna (formal) no se ocupa más que de propiedades objetivas, verdad, falsedad, probabilidad, necesidad, etc., independientes de la actitud de los hombres, de lo que piensan o lo que creen.

Cada sistema formal será, limitado en sus posibilidades de expresión y de demostración, de suerte que, una lengua artificial dada, no permite decirlo todo; un conjunto de axiomas y de reglas de deducción dado, debe admitir, al menos si el sistema es coherente, la existencia de proposiciones indecidibles, es decir, de demostraciones que no puedo demostrar ni negar.

Una lengua natural es un instrumento de comunicación, en principio universal.
Ella debe ser capaz de comunicar no importa cuál idea.

¨(…) La posibilidad de acordar a una misma expresión múltiples sentidos, en ocasiones enteramente nuevos, de recurrir a metáforas, a interpretaciones controvertidas, está ligado a las condiciones de empleo del lenguaje natural. El hecho de que esto conduzca a menudo a nociones confusas, que dan lugar a múltiples interpretaciones, a varias definiciones, nos obliga muchas veces a efectuar elecciones, decisiones que no necesariamente coinciden. De allí la obligación tan frecuente de justificar estas elecciones, de explicar tales decisiones.

Lógica Formal: cuando la lógica formal es la lógica de la demostración, la lógica informal es la de la argumentación. Cuando la demostración es correcta o incorrecta, valorada en el primer caso y sin valor en el segundo, los argumentos son más o menos fuertes, más o menos pertinentes, más o menos convincentes. En la argumentación no se trata de de mostrar, como en la demostración, que una cualidad objetiva, como la verdad, pase de las premisas a la conclusión, sino si es permitido admitir el carácter razonable, aceptable de una decisión, a partir de lo que el auditorio admite ya, a partir de tesis a las cuales adhiere con intensidad suficiente. El discurso persuasivo apunta, a una transferencia de adhesión de una cualidad subjetiva que puede variar de espíritu a espíritu.

En un sistema formal los axiomas nunca son objeto de discusión; son considerados verdaderos, objetivamente o por convención.

No es así en la argumentación, donde el punto de partida debe ser admitido por el auditorio que se quiere persuadir o convencer con su discurso.

La lógica informal, al apoyarse sobre hechos, principios, opiniones, lugares y valores admitidos por el auditorio, es necesariamente situada, y por esto no puede pretender la objetividad de la lógica formal.

La eficacia (de una argumentación) de un discurso persuasivo no basta para garantizar su valor. Como la eficacia es función del auditorio, la mejor argumentación es aquella que podría convencer al auditorio más exigente, más crítico, mejor informado, como sería aquel constituido por los dioses o por la razón divina. Es así que la argumentación filosófica se presenta como un llamado a la razón, que se traduce como a aquel que se dirige al auditorio universal.

Una argumentación racional se caracteriza por una intención de universalidad, que aspira a convencer, es decir, a persuadir un auditorio, que en el espíritu del filósofo, encarna la razón. Mientras que una demostración formal es válida, en la medida en que ella es conforme a criterios puramente formales, no se puede hablar de validez de una argumentación en un razonamiento no formal.

En efecto, una argumentación nunca es exclusiva pues permite siempre una argumentación en sentido opuesto. De allí el principio fundamental del procedimiento judicial según el cual el hecho siempre implica la parte contraria.

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