sábado, 24 de abril de 2010

PLATÓN Y SU FILOSOFÍA

¨A Veces de noche enciendo la luz, para no ver mi propia oscuridad¨ (Antonio Porchua)

Platón, ateniense como su maestro, nace en 427 a. de C., y muere en 347 a.de C. Desciende de noble estirpe; recibe la más refinada educación artística y científica de su tiempo. Sócrates ha influido decisivamente en su vida: lo aparta de sus aficiones poéticas para llevarlo al campo de la investigación filosófica.

Fue el más fiel de sus discípulos y el que mejor ha comprendido al maestro, pero también el más independiente. Funda en 387 en el Jardín de Academos, su escuela (La Academia), que pronto atrajo a su seno a un gran número de relevantes personalidades. Su actividad docente tuvo al principio, a la manera socrática, el carácter dialógico.

Toda la obra escrita de Platón culmina en los dos grandes sistemas educativos que son La República y Las Leyes, y su pensamiento gira constantemente en torno al problema de las premisas filosóficas de toda educación y tiene conciencia de sí mismo como la suprema fuerza educadora de hombres.

Es así como Platón asume la herencia de Sócrates y se hace cargo de la dirección de la pugna crítica con las grandes potencias educativas de su tiempo y con la tradición histórica de su pueblo: con la sofística y la retórica, el estado y la legislación, la matemática y la astronomía, la gimnasia y la medicina, la poesía y la música. Sócrates había señalado la meta y establecido la norma: el conocimiento del bien. Platón procura encontrar el camino que conduce a esa meta, al plantear el problema de lo que es el conocimiento, el saber. Atravesando por el fuego purificador de la ignorancia socrática, se siente capaza de llegar más allá de ella hasta el conocimiento del valor absoluto que Sócrates había buscado y de restituir a la ciencia y a la vida, por medio de él, la unidad perdida.

La posición que ocupa la filosofía platónica en la historia de los sistemas del pensamiento griego, se caracteriza por el hecho de ser una paideia que aspira a resolver con la mayor ambición el problema de la educación del hombre. Erige el problema de la formación de un tipo superior de hombre, heredado de sus antecesores, sobre la base de un nuevo orden del ser y del mundo, que en Platón sustituye el primitivo terreno nutricio de toda cultura humana, la religión, o que es más bien, de por sí, una nueva religión.

Hasta llegar a Sócrates y Platón, no surge una forma de filosofía que se lance enérgicamente a la lucha desencadenada por los sofistas en torno al problema de la verdadera educación, reclamando para sí el derecho a decidirla.

Es indudable que Platón comunica a todos los sistemas de la antigüedad posteriores a él, algo de su espíritu educativo, con lo cual eleva a la filosofía en general al rango de la potencia cultural más importante de los últimos clásicos.

El fundador de La Academia es considerado con razón como un clásico, dondequiera que la filosofía y la ciencia se reconocen y se profesan como una fuerza formadora de hombres. Entre la larga serie de las obras platónicas, hay un cierto número de escritos que se destaca por sus características coincidentes, como un grupo aparte que forma unidad y que solemos designar como el grupo de los diálogos socráticos, aunque no sean éstas las únicas obras de Platón.

El lenguaje de los diálogos se atiene estrictamente a ese tono fácil de la verdadera conversación, y el idioma que en ellos se emplea no tiene paralelo en la literatura griega, por su gracia natural, por su espontaneidad y la auténtica viveza de su colorido. Es natural que el arte del diálogo, en manos del poeta-filósofo que por vez primera supo crearlo como forma de expresión, fuese desarrollándose con los años hasta abarcar ideas y argumentos complicados, torneos discursivos y cambios de escena.

No cabe duda de que el deseo de representar a su maestro en el manejo de su admirado arte dialéctico fue uno de los motivos esenciales que impulsaron a Platón al trazar estos cuadros.

Diálogos como El Eutifrón, La Apología, El Critón, El Fedón, El Fedro, El Simposio, El Cármides y otros diálogos, son obras creadas para perpetuar el ejemplo del maestro y nacidas bajo el acicate de la conmoción producida por su muerte.

Para una mayor compensión, observe el siguiente video:

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